(Columna publicada: 22 de julio, 2017) – Los amantes del cine y fanáticos de Star Wars recuerdan el diálogo:

—Obi-Wan: Una vez fui un Caballero Jedi, igual que tu padre.
—Luke: Ojalá lo hubiese conocido.
—Obi-Wan: Era el mejor piloto estelar de la galaxia. Y un talentoso soldado.

La escena, uno de los momentos cumbres de la película, se ha hecho memorable en los anales cinematográficos de la ciencia ficción. Una fantasía célebre que por lo que perece algunos legisladores en Washington se han propuesto transformar en hecho factible, un suceso creíble de la vida real. La idea de algunos miembros del Congreso es que el país podría estar librando a la vuelta de pocos años una guerra distinta a las conocidas, y en un paraje fuera de lo común: el espacio sideral. ¿En serio? Así como se lee, con todas las letras.

El Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes dio luz verde a un proyecto de ley, aprobado luego en el pleno, que crearía una sexta rama militar, Space Corps (cuerpo espacial), en adición a las cinco que ya existen: el ejército, la armada, los infantes de marina, el servicio de guardacostas y la fuerza aérea. Su jefe, un general, sería el octavo miembro del Estado Mayor Conjunto. La versión de la ley para 2018 en el Senado no incluye la formación del nuevo cuerpo, pero sí el nombramiento de un nuevo oficial a cargo en el Pentágono de la defensa espacial. Eso a pesar de las objeciones de la Casa Blanca y el mismo secretario de Defensa, James Mattis, por considerarla una propuesta prematura.

Además de dar título al famoso filme, el rótulo Guerra de las Galaxias sirvió para bautizar los planes del presidente Ronald Reagan de poder lanzar misiles a cualquier enemigo desde el espacio extraterrestre, propósito que nunca pasó de las intenciones. Sin embargo, la idea siempre ha estado ahí. Para su principal promotor en la Cámara, el congresista Mike Rogers, se trata de un asunto de seguridad nacional porque otros países, entiéndase Rusia y China, están próximos a «superarnos» en materia espacial. Por lo que según la secretaria de la Fuerza Aérea, Heather Wilson, EE.UU. se halla en una «encrucijada crítica». Y hay que empezar a entrenar a pilotos espaciales que tengan los medios y recursos para pelear «cuando —y en caso de que— la guerra se extienda al espacio».

Existe la percepción de que los combates cósmicos ya no son solo una ocurrencia de George Lucas sino que ahora también son una maquinación de Vladimir Putin. Así que imagínense el panorama. Soldados con fusiles láser y escafandra patrullando el firmamento. Platillos voladores con el emblema de la USAF. Y unos cuantos cientos —si no miles— de expertos y burócratas más en el Pentágono. El aviso es que si estalla una guerra entre potencias los combates se librarán desde más allá de las nubes, entre cientos de satélites que orbitan el planeta (unos 1.400 para ser más exactos). Matemática simple: como proporcionalmente somos los que más de estos artefactos tenemos, eso nos hace más vulnerables. De modo que hay que pertrecharse a la carrera para encarar el reto galáctico.

Parece un contrasentido pero para los estrategas del Pentágono no lo es. La lógica militar siempre ha sido descabellada. Armarse hasta los dientes para —de una forma o de otra —conseguir la paz. De modo que no me extrañaría que nos gastemos un dineral artillando el firmamento. En adición al que ahora no nos alcanza para lidiar con los conflictos aquí abajo, en nuestra atormentada geografía. Que al final terminemos con más problemas de los que teníamos y que se nos cante como a Mambrú cuando se fue a la guerra: qué dolor, qué dolor, qué pena. Do-re-mi. Do-re-fa…

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